viernes, 7 de septiembre de 2007

Benvenuti!

Cuando te das cuenta de que (realmente) vas a pasar cinco meses fuera de tu lugar habitual, ya sea Lancaster, Puebla o Madrid, es bastante normal que vuelvas a sentirte como un adolescente: hay momentos en los que saltas de alegría y otros en los que el mundo se te cae encima (recuerda cuando estabas en la edad del pavo, creiste, al igual que todos, que el planeta entero iba contra ti en más de una ocasión, y en más de 20 también). Esas reacciones, provocadas en su momento por el exceso de hormonas y ahora por la obligación de ser independiente y autosuficiente en un corto espacio de tiempo, parecen algo incómodas pero pueden ser divertidas. Salir a estudiar a un país extranjero es como volver a empezar la universidad, significa conocer un ambiente diferente y volver a sentir la emoción de un chaval de primer curso.

Hablar otro idioma durante todo el día, adaptarse a una cultura distinta, estudiar en una facultad del siglo XIV, conocer a más estudiantes en tu situación, hacer nuevos amigos (algunos incluso se enamorarán) todo eso es tan positivo como difícil de asimilar. Cuanto más pienso en ello más ganas tengo de que empiece el curso y, a la vez, más sobrepasada me siento con la sola idea de todo el papeleo que me espera al llegar, de mi primera convivencia con desconocidos, de una temporada muy larga fuera de mi país, de la necesidad de administrar el dinero y controlar al máximo los gastos…

Aún así, no está tan mal madurar y dar un gran paso hacia el mundo de los adultos. Siempre es mejor hacerlo mientras estudias que no verte perdido de repente en un mundo laboral que es de todo menos sencillo e inocente.
Pero, por ahora, dejemos el curro para el regreso a España.
Pensar que voy a vivir en Italia, ese país que siempre he considerado perfecto, ese lugar que veía en fotos, que ocupaba el 50% de las diapositivas de Historia del Arte de 2º de Bachillerato y que siempre aparecía en mis planes de futuro es ¡mejor que lo mejor! ¡más emocionante que la emoción!

Cinco meses en Perugia pueden dar para tanto que me ha parecido útil crear un blog para que los futuros “peruginos” de adopción (ahora mismo yo soy una de ellas) tengan una mini-guía que les sirva de ayuda una vez que estén allí. Si queréis saber cómo buscar casa, por dónde salir, en que súper comprar, cómo tomar apuntes, dónde podéis encontrar la mejor pizza del mundo y de qué manera afrontar los temidos exámenes orales, ¡no dejéis de visitarme!

Para comer una TORTA AL TESTO sólo te hace falta tu boca, tu mano o alguien que te sujete la torta en sí y ganas de alimentarte, y para leer TORTA AL TESTO simplemente necesitas tu ordenador, una conexión a Internet y ganas de saber. Además, ¡es gratis!

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